La búsqueda…

Llevaba tiempo buscándote. No sabía dónde estabas pero sabía que te encontraría.

Me informé tanto cuanto pude para saber por dónde deba empezar a buscar.

Encontré información bastante confusa. En algunas ocasiones marcaban pautas, pasos a seguir… y los seguía al pie de la letra pero nada, no te encontraba. Otras veces elaboraba mi propia ruta de seguimiento pero sin éxito.

Entre tanto lloraba, me sentía frustrada. Desconocía en que me estaba equivocando.

Preguntaba a las personas si sabían algo al respecto pero el panorama muchas veces resultaba desolador. La gente estaba rodeada de problemas, crisis, política, desahucios… me miraban con cara de escepticismo. Como podía preguntar por ti con todo lo que estaba ocurriendo.

felicidad

¿Era egoísta buscarte?.

Tenía dudas, igual no era el momento de aventurarme a buscar lo que para muchos era y es una utopía.

Los días pasaban y cada día me sentía más triste. Cada día estabas más lejos. Era inevitable. No existías. Eras una ilusión. Un concepto creado para darnos esperanza. Una pieza que necesitamos pero imposible de encajar.

Y entonces escuché una canción. Una canción que lo cambió todo. No tenía letra. La música se encargó de dejarme llevar hasta ti.

Viniste, la sonrisa me vistió con su mejor traje para recibirte.

Preparé todo para que te sintieras cómoda. Hice espacio. Dejé marchar a la tristeza, no era una buena compañera de viaje. Retiré cuantos obstáculos veía, no quería que tropezaras.

A la ira no tuve ni que decirle que se fuera porque ella sola se había marchado.

Entendí que siempre estás, que no hay que buscarte, simplemente dejarte un espacio para que te instales. Pueden intentar echarte en múltiples ocasiones, los problemas tienden a ser así pero no si dejas claro que este espacio es tuyo, solo tuyo.

En la casa de mis emociones hay sitio para todos y uno fijo e intransferible que guardo ahora para ti. Es un lugar al que recurrir cada día, ya sea escuchando música, viendo una película, paseando o  conversando… cualquier actividad que implique una sonrisa es bienvenida en ese espacio. Un espacio imaginado, que se puede transportar. Un lugar que siempre llevo conmigo: Bienvenida a mi casa, felicidad.

Ser o estar feliz. Permítete llorar.

Ser y estar feliz, ¿Es lo mismo?. Ser feliz incluye estar feliz pero sin el concepto efímero que implica estar feliz por algo concreto. Un ejemplo de estar feliz pero no serlo podría ser cuando la adrenalina se dispara al subir a una montaña rusa, durante unos segundos se está feliz pero al bajar de ella se vuelve a recuperar el estado previo.

felicidadEntonces, lo interesante realmente es ser feliz pero ¿Se puede ser feliz?, ¿Existe un lugar donde reside la felicidad?, ¿Dónde hay que empezar a buscar?, ¿Es la felicidad un fenómeno transitorio?.

A nivel neurológico existen mecanismos y lugares específicos en el cerebro que otorgan felicidad. Los neurotransmisores, es decir, las sustancias que proporcionan bienestar, son transitorios y dependientes de circunstancias concretas y permiten estar felices pero no ser felices.

La búsqueda de la felicidad parece por tanto un concepto complejo ya que es subjetiva, su intensidad y duración varia por tanto para cada persona.

Para conocer la existencia de la felicidad es inevitable conocer también la experiencia de lo que se siente con su opuesto: la amargura, la tristeza, la infelicidad.

Toda emoción tiene una utilidad, es adaptativa e implica superación, aprendizaje y adquisición de experiencia. Ejemplos de ello lo vemos en el miedo o la tristeza que permiten ser consciente de los riesgos o otorgan empatía y superación ante determinadas situaciones que provocan dolor, ya sea físico o emocional.
Aprender a dominar las emociones no implica negar las que en apariencia resultan molestas sino saber gestionarlas y que resulten de utilidad.

En multitud de contextos nos encontramos situaciones en las que cuando se está llorando dicen: no llores. Sin embargo, llorar es liberador, es «sano», ayuda a superar lo que por dentro hace sentir mal. Llorar es una opción cuando no se encuentran las palabras para expresar todo lo que se piensa o se siente.

No obstante, hay que marcar limites y utilizar las emociones en su justa medida. Como en todo debe existir un equilibro pues si nos dejamos arrastrar por esas emociones » negativas» se acaba en una espiral en la que la utilidad pasa a ser nula.

Para ser felices se requiere aceptar la tristeza así como el resto de emociones negativas: odio, ira, rabia… y hacer de todas esas emociones un proceso de aprendizaje para canalizar lo que se siente, porqué se siente y descubrir que se puede hacer para recuperar el bienestar mental y físico. Las emociones negativas son, por tanto, una advertencia de que algo no va bien y deben servir como impulso para recuperar o iniciar aquello que hace sentirse bien.

Ser feliz requiere comprensión, consciencia, aceptación y superación:

  • Comprensión de las emociones, cuales existen, que utilidad tienen y como gestionarlas.
  • Consciencia de dichas emociones. Saber que se está sintiendo.
  • Aceptación de las emociones negativas y positivas.
  • Superación, mejorando cada día y aprendiendo a resolver los «conflictos».

¿Es entonces la felicidad un estado transitorio? Quizás la respuesta a esta pregunta no tenga una sola dirección. La felicidad no es una meta la cual una vez alcanzada ya se ha ganado. Es una carrera constante que requiere entrenar para alcanzarla tantas veces sea posible y si no siempre se es capaz de llegar, sentarse a reflexionar y descansar para continuar cuando se vuelva a estar preparado.